Quisiera ser etérea para trascender esta oscuridad. Algunas cosas tengo claras: existe en mi estructura un punto de fuga en el que la callosidad espiritual me cubre enteramente.
Mientras tanto la lengua sobre el paladar, ligeramente tensa, palpita. Soy un jaguar. No veo a mi víctima, pero la siento.
Dónde está ese pedazo de carne que es mi salvación? Aquel lugarcito donde sólo yo sé posarme para morir en una ausencia eterna? Silencio de cámara: los sonidos parecen viajar con la pastosidad de una boca seca… Estoy en el espacio, en medio del mundo vegetal. La luz de una ventana blanca se cuela por mis párpados, quiero ver y no, definitivamente no quiero. Un chico al lado gime acurrucado, una mujer llora, todos oramos.
Oramos ante la gran cobra amarilla, nuestra madre y creadora. Confluimos en una misma intención: somos un cuerpo que respira, lloramos nuestras penas.
Amar y devorar no son la misma cosa. Mi reclamo es oral: hablo, grito, muerdo, chupo y gimo, es una boca ansiosa por delimitar. El resto del cuerpo avanza partido, como una pieza de música en tres movimientos. La mente, la boca y el sexo.
Dónde está la inocencia de mi pecho liso?
- Hola linda. Cómo estás? Yo estoy acá, reencontrándome con esta hermosura de lugar.
- No lo puedo creer, recién estaba justo pensando en vos.
- Qué emocionante! Qué pensabas?
- Pensaba en que la pasé bien cuando nos vimos… (borra)… Pensaba en lo bien que me hizo encontrarme con vos.
Busco una piel para roer mientras el amor espera sentado en otro lado, otra galaxia.