All these accidents that happen, follow the dot, coincidence makes sense only with you, you don't have to speak, I feel emotional landscapes, they puzzle me, then the riddle gets solved and you push me up to this state of emergency, how beautiful to be, state of emergency is where I want to be.

martes, 15 de mayo de 2007

Otra de Ana M



Esta foto la vi en la Bienal de Sao Paulo y me impactó mucho. Eso días lloré como nunca, tanto que generé una crisis grupal con mis compañeras de viaje. Estuvimos dos horas sentadas en el bar de la bienal, yo hecha un trapo, ellas nerviosas, negociando nuestras libertades... Esa semana lo único que verdaderamente me detuve a mirar fue la serie de fotos y videos de Ana Mendieta. Había todo tipo de instalaciones y cosas locas, hasta miles de paraguas colgados del techo, pero nada me tocó como ella.

Las tres planeamos la gran fuga casi divirtiéndonos, qué hacer con la llave de la casa del novio que me alojaba, novio maltratador y sexual, o sea de los peores. Cómo sincronizar para poder huir sin que él se despertase, la redacción de la nota de despedida... A la mañana ya nos sentíamos optimistas, teníamos un plan. Me levanté temprano sin hacer ruido y crucé la calle hasta un Pao de Azucar para comprar productos abrasivos (para lo cual busqué debido aseroramiento en el supermercado - dicho sea de paso, la industria brasilera carece completamente de los productos necesarios para este tipo de operaciones). Limpié toda la casa, hasta el inodoro, con total devoción y ahínco, casi obsesivamente, y así me despedí de ese amor. El dormía sin remedio, todo vestido a pesar del calor, ensismismado. Hubo un sólo momento en el que nuestro plan pareció irse por la borda: subiendo las escaleras con un trapo en la mano, me lo encontré semidormido yendo al baño. Yo sabía perfectamente que de cruzar una sola palabra me iba resultar imposible separarme de ese cuerpo felino y arrasador. Lo miré, me miró un segundo y siguió caminando.
Un rato después las tres cerramos todo con llave, con dos llaves, y pasamos el llavero por debajo de la puerta. Me temblaba todo, las manos, el alma. Nos fuimos corriendo por una calle de Vila Olimpia con tres valijas, torpes y aterrorizadas... Cuando llegamos a la esquina, decidimos tomarnos un café para hacer tiempo hasta tomar el ómnibus a Rio de Janeiro. Apenas apoyamos el cuerpo en la silla empezamos a reírnos a carcajadas. Sin decirlo, en ese preciso instante supimos que estábamos renaciendo.

No hay comentarios: