All these accidents that happen, follow the dot, coincidence makes sense only with you, you don't have to speak, I feel emotional landscapes, they puzzle me, then the riddle gets solved and you push me up to this state of emergency, how beautiful to be, state of emergency is where I want to be.

martes, 8 de mayo de 2007

El Doctor VG

Creo que sufro de un leve enamoramiento con mi dentista, el Dr. VG. Me recuerda a mi papá hace veintitantos años, a esa sensación de tibio incesto y adoración, de ojos brillantes y enardecidos que solía configurar mi ingenua visión cuando todavía las marcas eran transparentes.

Su torpeza al trabajar con mis cavidades me inspira confianza y deseos de ponerme en sus manos. Pienso que nunca antes conocí a un dentista hasta hoy, salvo a la odiosa cuatroojos de la Dra. Artime, en ese consultorio hacinado donde esperábamos horas para ser atendidos... Un sótano gris de sillones cuadriculados, ceniceros cargados y mujeres estridentes con exceso de maquillaje. Recuerdo el hartazgo de esas tardes, mi impaciencia y las revistas rotosas que nos tiraban como migajas. Ahora que lo pienso, era el perfecto escenario del fin de una era, de la polvareda, del silencio de años, de archivos clasificados y desaparecidos. Eran años somñolientos y aletargados los que vivíamos, sin saberlo. Como el ineficiente despertar de un prisionero luego del horror. Pienso en los que aguardábamos a esa temerosa doctora y creo que definitivamente estábamos cautivos allí adentro.


En cambio el Dr. VG tiene algo de pureza en sus movimientos, de dexterity, que me resulta apasionante. Todo es blanco, como las molduras de los techos lejanos en el consultorio y el juego de delantales superpuestos que adornan su cuerpo. Cuando se acerca a su batería de tornos y pistolitas láser tengo miedo. Me salpica, me pincha, me habla de "Tu". Me deja esperándolo curiosa, leyendo por milésima vez el afiche sobre cómo usar el hilo dental... Y vuelve siempre serio, con sus otros pacientes también sentados en los consultorios de al lado, esperándolo sin remedio. Va y viene el doctor, con un par de anteojos y unas antiparras de metalúrgico en el cuello, como en una danza sutil y equilibrada. En él todo parece ser una coreografía aprendida desde adentro hacia afuera, orgánica, donde los movimientos aparentes poca importancia tienen. Es la cualidad de su andar lo que me llama la atención, su actitud entre joven y cansada. A veces quisiera mantener los ojos abiertos para estudiarlo mejor, gacela clara de dedos largos....

Y sus incontables aprendices, sus cartas mecanografiadas, sus muestrarios extraños y llamados inesperados.


Dr. VG, creo que lo amo.


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