Escuchando a Axel Krygier cantar sobre la profundización de la locura y la contradicción entre el pensamiento y el sentimiento de una manera muy graciosa, me pregunto porqué en este momento me encuentro en una oficina muerta de frío y aburrida cuando podría andar livianamente caminando por la arena caliente como el fin de semana pasado. Estoy en problemas. Ya no considero la vida en términos de trabajo y ocio, trabajo y vacaciones (ese término me da alergia). Mi vida terrenal, irónicamente, me ata a una serie de responsabilidades que, bueno, ya no me caben en la cabeza. Qué hacer?
Me cuesta pensar que toda mi vida útil se va a ir en estas disquisiciones mentales, en vez de largarme de lleno encontrar lo que realmente quiero. Algunos realmente no soportamos los horarios y las oficinas, los jefes a los que debemos respeto so pena de muerte, los excells y las normas. Hoy mandé al mío a la mierda.
Crisis vocacional y polar. Anoche dormí con la calefacción en 25 grados, a ver si en sueños me creía que estaba en el trópico.
La imagen de Hernán Crespo sumó al falso optimismo de mi velada con sopa de cabellos de ángel. Quiero que Hernán Crespo me dé un beso con esa bocota medialuna y me envuelva con sus piernas de acero. Encima se cortó el pelo y eso, por supuesto, contribuye a mi enamoramiento.
Quiero viajar.
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