All these accidents that happen, follow the dot, coincidence makes sense only with you, you don't have to speak, I feel emotional landscapes, they puzzle me, then the riddle gets solved and you push me up to this state of emergency, how beautiful to be, state of emergency is where I want to be.

domingo, 11 de marzo de 2007

Primero

Luego de la resaca y la música fatal, mientras el sol me roza las mejillas, el teléfono comienza a sonar… Recuerdo el momento en que pensé puta todo está perdido, soy una uniforme masa de no sé qué: hace diez días que el alcohol me inflama el estómago, mi cuerpo está decayendo a pasos agigantados y ya no lo siento, no lo lamento porque es el cuerpo real que emerge de tanto enamoramiento con las ideas y los ideales. Será la adolescencia que muere inevitablemente? Ayer entre vasos de vodka barato, música latina y ganas de beber un martini bien preparado, le dije a Damián: “creo que lo que pasa es que ya soy una mujer”… Los dos bebimos asintiendo y pensamos en el útero. Ser mujer tiene algo de vacío”, opiné… “Pensá que es un vacío que no tiene utilidad hasta que llega el momento en que tu vida cambia completamente”, me respondió. Tan simple. Silenciosamente entendimos que los dos somos seres rotos, un poco sangrantes quizás. Empatía total. Definitivamente no pertenecíamos a ese antro, al cachengue, al quilombo, a las fiestas malas (¡cómo odio las fiestas malas!). Yo seguía pensando en mi lychée martini del día anterior, con la dulce añoranza de una señora borracha. Observé la actitud cansada de él, “no estoy en mi mejor momento”, y en seguida reparé en mis amigas: todas sentadas juntas y vestidas de negro con sólo un touch de color, a la defensiva del Hombre Todopoderoso, de la libertad, de la pérdida del control…

Flashback ancestral. Me resulta imposible volver a esos momentos que no existen, esos puntos de inflexión en donde posarme y pensar que fue exactamente ahí donde sucedió tal cosa, donde todo viró para siempre y se engendró el presente. Error. Ya entendí. La semana pasada es una colección de momentos hermosos y perdidos, se fueron y sólo vagan como un vientito que a veces me lame el pecho. Pienso: cómo pude confundir el pensamiento con las sensaciones tantos años, tantas vidas pasadas…

Flashback. Sábado 22 horas, unas horas antes de la fiesta. Llego a casa con mi vestido nuevo, me siento como una femme fatal y tengo la impresión de que los días pasados floté por Buenos Aires como una ballena hinchada, horrible. Todos me dicen que no, “no seas imbécil”. Prendo un porro, hoy parece ser la única escapatoria y sin embargo me siento optimista. Enciendo la radio, “la música dance me sube la autoestima”, le digo a alguien por teléfono. Me siento entera. Voy al baño a mirar mi flequillo (nuevo también)… y de pronto al cerrar la puerta algo me llama la atención: miro el bidet, veo la tijerota roja de B (todavía no entiendo para qué la lleva a todas partes) y me río. Noto que el bidet está sucio y me acerco. Veo un pequeñísimo rulo perfectamente redondo, lo tomo con los dedos, como un pajarito, un panadero, una reliquia… Como buena devota que soy me aproximo en puntitas-de-pie a la luz. Veo que es pelirrojo. Zas!! Alguien estuvo acá! Me sonrío, no sos una idea, disculpá la insistencia con las palabras, los matices en la formulación de nuestros pensamientos, todavía no he aprendido otra forma de vivir que expresando…
Mi hallazgo me pone feliz, me tranquiliza, ya puedo empezar a pintarme los ojos de gris y la boca de un rojo furioso: sé que eso es el presagio de una buena noche y una buena vida.

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