All these accidents that happen, follow the dot, coincidence makes sense only with you, you don't have to speak, I feel emotional landscapes, they puzzle me, then the riddle gets solved and you push me up to this state of emergency, how beautiful to be, state of emergency is where I want to be.

miércoles, 9 de julio de 2008

Clase danza 13/05

Elena dice. Cómo es que de repente me encuentro reptando o escribiendo?
Veo una secuencia de imágenes. Veo una película y entonces mi cuerpo reacciona, persigue curioso los colores que se van develando ante mis ojos.
Para poder ver mi película es preciso que de verdad vea, el cuerpo entonces simplemente acompaña. Pero si no creo lo que estoy viendo, no pasa nada.
Paso la mayor parte del tiempo contemplando la nada, que es lo mismo que contemplarme a mí misma, que es aburrido. Me aburro en mí misma y así anido en mi falsa seguridad.
Me pregunto cuál es el significado del miedo, cuál es su textura, por qué no lo SIENTO.
Mi cuerpo a veces danza, otras deambula entumecido. La mayor parte del tiempo miente.
Sin embargo cuando logro ver el horror de mi misma, de mi finitud, algo se activa. Corre la película y corren las imágenes, me llevan de la nariz, de los pelos en un devenir lento y pegajoso. Me derramo en mí misma.
La película, y esto es algo que descubrí sólo ahora, es un llanto continuo, y de características específicas.
Es un río subterráneo que me recorre por dentro, se ramifica, y se vuelve llanto atemporal. En ese devenir el tiempo adquiere otra dimensión. Voy muriendo de a poquito, chorreándose mi pecho y mi amor. Es un llanto endógeno, permanente, omnipresente.
Si no lloro mis penas no puedo moverme. Todavía no aprendí.


En la clase vengo como en automático, tuve algún hallazgo hace un tiempo que me sorprendió tanto que intuyo que me asusté. Fue el principio del llanto, de la película.
El día que me pasó eso fue sin querer, y me di cuenta que sólo puedo evocar ese tipo de estados si guardo un resto de inocencia que me permita sorprenderme.
Esta clase, como la otra vez, venía de un día no de extrema tristeza pero sí en un estado levemente vulnerable. Si estoy demasiado vulnerable me endurezco rápido, noto que lo mejor sale cuando estoy en un estado intermedio, adivinando cierta angustia, cierta melancolía, pero sin saber demasiado. Creo que es preciso, al menos para mí, no elucubrar teorías.
La segunda cosa que noté, que se repitió, es que es necesario tomar la decisión, desde el comienzo de la clase, de abandonarme a ese sentimiento sugerido durante el día, pero sin nombre, a descubrirlo, disectarlo y habitarlo.
No es una gran determinación, sino una decisión liviana, interna, de entrar en ese canal. Una decisión simple. Una decisión que sólo puedo tomar al comprometerme con el placer.
En un principio me sirvió llorar, aunque estuviese narrando mi dolor, de a poco el llanto comenzó a tener otra textura, otra oscuridad… como cavernoso. Y ahí apareció el llanto interno. Y después el llanto simbólico.
Cuando estábamos trabajando todas juntas, me sentía un poco aturdida y por un momento volví a endurecerme. Fue solo a medida que las demás fueron callándose que pude entrar…. Cuando estaban sentadas y Mabel empezó a hablar sentí que era el momento y, si bien no sé si alguien miró mi trabajo, de una manera u otra me sentí lo suficientemente contenida como para explayarme.
Me pareció más interesante hacerlo de esa manera, con la atención de las demás a medias, por lo menos la atención más racional. Otro nivel de observación, me recordó a ciertos climas del contact en los que parece que uno no está, pero en realidad sí… la contención pasa por otro lado. Mi devenir me llevó a eso y no quise frenarlo.
Los momentos intermedios, las transiciones, la incertidumbre, cómo mostrar sin que sea a través de una pauta estructurada: espectador – intérprete…. Cuando observo al otro no danzo, y viceversa. Por ahí a mi gusto falta algo de eso en la clase, de poder danzar y observar a la vez, e interactuar.
La mayor parte del tiempo no tengo la más mínima noción de mi cuerpo.

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