Ochomil elefantes
se balanceaban
en mi corazón,
a veces
soy de metal
y me pierdo pensando
en la calidad de
alguna curva
amarilla.
Salgo expendida
me desvanezco
y vuelvo,
quiero ser
ochomil elefantes
paseando
por tu hombro perlado.
Pero soy fémina de tierra
soy fuego devorador
soy el gran animal en celo...
Cómo volver
a la voluptuosidad etérea de
aquella tarde soleada?
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